Entré sin hacer ruido, sin dar los buenos días, sin preguntar quien era el último, ... Es como entrar en una reunión sin ser invitado pero sabiendo todos que tengo tanto derecho como ellos a estar allí; luego me dí cuenta que todos sabían mas o menos detrás de quienes iban a pesar de que en nuestro papel marcaba la hora y la médico iba pronunciando nuestros nombres, supongo que es la antigua costumbre de tener un poco el control de cuando les va a tocar a uno u a otro. A mi me lo preguntaron con un "¿y usted para cuando tiene la cita?" cuando ya empezaba a sonreir a la abuela que tenía al lado y me contaba sus cosas.
La señora que tenía a mi lado me decía que había estado visitando a su hijo en Alemania y que allí había comido kiwi y que como no sabía como decirlo en alemán no pudo evitar decir que era alérgica a esta fruta, tenía un poco la lengua con llaguas que yo no lograba apreciar. También me contaba que su hijo se fué a estudiar a Madrid y de allí se empleó en Alemania donde vive, se casó y dos niñas que vino a bautizar en la macarena, porque eso sí, es macareno y del Sevilla; allí donde juege el Sevilla, allí va él. Me estuvo contando varias cosas y justo cuando la médica le llamaba para entrar en la consulta me decía casi sin poder oirle que su hijo era muy cariñoso y que era el único que tenía.
1 comments:
Me gusta como lo cuentas, me gusta como esas escenas cotidianas encierran otros niveles a los que asomarnos.
He sonreído tanto al leer lo de la mujer y el kiwi que en la oficina incluso me han preguntado que pasaba.
Un besazo tio, espero que te lo pasaras bien el otro día. Je, me gustó intercambiar ese par de besos.
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