El jueves pasado tuve la oportunidad de asistir al Tapas and Tweets que se celebraba para hablar sobre el marketing musical 2.0. El sitio era una terraza de la casa de la provincia con unas vistas espectaculares de la Catedral y el Alcázar. Hacia buena temperatura, comimos buenas tapas gracias a Jamones Federico Flores y la noche fue muy agradable, porque una vez terminado el debate, hubo un pequeño concierto con @Ulisesloslibros y @Antilopez
El desarrollo del tema era previsible, estaban editores musicales, artistas que empezaba y un público que se quejaba de todo el dinero que la industria intermediaria quiere seguir ganando a costa de unos y otros , o las dudas de si se podía "vivir de la música".
Personalmente recuerdo que cuando era niño no entró mucha música enlatada en mi casa, solo algunas cintas de casette de sevillanas o flamenco que mi padre compraba para entretenernos cuando hacíamos viajes en coche. Siempre fue la radio mi compañía, eso lo combinaba con algunas grabaciones casera de mis grupos favoritos también en un radiocasette.
Hasta que aprobé el acceso a la universidad, entonces mis padres me llevaron a El Corte Inglés y me compraron un equipo de música completo, con su mueble de ruedecitas para desplazarlo y todo. Con él llegaron los primeros discos de vinilo. El coste era enorme, solo podía permitirme comprar uno al mes a través de un catálogo en papel "Discoplay" que me llegaba al pueblo por correo; y tenía que elegir bien, porque no siempre podía oir todas las canciones antes de comprármelos y siempre estaba la esperanza que las canciones que acompañaban al par de temas que había oído en la radio fueran tan bien de mi agrado.
Lo cierto es que siempre existió la piratería, incluso la llamada "industrial" porque en los mercadillos de los viernes en mi pueblo podía comprar casettes con fotocopias en color de los originales, así que no fue difícil estar al día.
Ahora todo ha cambiado, hace años que no compro un disco, o más bien, música, el último fue hace 8 años (creo) porque no había manera de conseguir por "otros procedimientos" las canciones de una artista brasileña que me impactó. Ahora es todo diferente, digo, porque voy un poco más a conciertos, disfruto la música en directo, y aunque empiezan a existir formas más económicas de "tener" música como por ejemplo Spotify, no es para mi una necesidad básica tener tal o cual tema. Si considero un placer disfrutar de la música porque ella me acompaña y me hace feliz cuando estoy en casa o viajando.
Y esa es mi conclusión, los cantantes y autores deberán de acostumbrarse a ganarse la vida con su trabajo en conciertos, no de vender música enlatada, o por lo menos no tanta como los intermediarios ganaron en otras épocas.
Os dejo un enlace a algunas fotos en un álbum de Flickr y un par de vídeos con lo que se habló aquella noche.
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