Hace un par de días hablaba con Antonio de Villarrasa que él había hecho el camino en un par de horas, en cambio, mi hermano pequeño me dijo que su amigo Juan desistió en el intento el año pasado.
Me he querido levantar temprano y preparar bocadillos, pero hasta las 9 no habren las panaderías. En vez de comer el potaje para almorzar, me lo comeré para desayunar. Físicamente estoy bien; llevaré agua,
protector, gorra, gafas de sol. Por supuesto la cámara canon y el móvil para hacer alguna entrada en la bitácora.
He llegado a la frontera entre la zona urbanizable y donde empieza el parque nacional de Doñana. He tardado una hora en recorrer casi dos kilómetros a paso muy ligero, descanso un poco porque noto las planta de pié caliente. También me siento sudado por el calor y el peso de
agua. Haré un par de fotos y seguiré andando otra hora más un poco más despacio con los pies descalzos.
Otro descanso, tras hora y media andando, no sé que distancia ha sido, pero ya no se ven pisadas de pies ni de zapatos, solo los surcos de los todoterrenos que cargados de coquinas regresan a Matalascañas. Me he quitado los zapatos, pero se anda peor. La buena noticia es que he subido a una duna y a muy lejos se ve la torre, calculo que en otra hora y media llegaré al objetivo.
¡Misión cumplida!
Ha costado menos de lo que creía, incluso cerca he visto una pareja tomando el sol con sobrilla incluida. He hecho varias fotos como prueba de mi expedición, con el movil para mandársela a mi hermano y otras con la canon para hacer una panorámica. Me he comido el bocadillo de atún y ahora estoy tendido a la sombra de la torre escribiendo esto. Haré un par de fotitos mas y me gustaría dormir una siesta, pero no me fio de los bichos, al entrar ví un cartel que avisaba de serpientes y aracranes.
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