12 julio 2007

Formas de leer

Decia Steiner que un libro no se lee verdaderamente si no es con un lápiz en la mano. Desde hace algunos años trato de seguir esa regla, primero fué subrayando las partes que mas me gustan, un par de renglones cada 20 páginas más o menos; se trataban de ideas nuevas que me llamaban la atención o creencias en las que creía. Más tarde, empecé a hacer pequeñas anotaciones a los lados, en los márgenes, éstas se referian a ideas contradictorias con las que no estaba de acuerdo, o incluso nombre de personas que me hacían recordar lo que leía.
Ahora, como digo, sigo leyendo libros, tumbando en el cesped del rio cuando es invierno o sobre una toalla en verano en la playa, pero las anotaciones las hago en la última página; pongo primero el número de la página y luego una línea con escritura confusa y perezosa que me hace dudar de mi caligrafía. Este sistema me suele ayudar al terminar un libro y ver que fueron las cosas que más me llamaron la atención y no me gustaría olvidar, caso que a penas consigo.
Otra forma de leer, y no digo libros, es con la pantalla; todas las mañanas tengo la sana costumbre de hacer un desayuno exageradamente fuerte y en esa media hora que mastico y mastico, leo la prensa en internet; suele ser una lectura rápida, sobre todo los titulares y si me interesa la noticia leo el resto en zigzag, no suelo profundizar, ni pararme y mucho menos tomar nota o guardar el artículo como otros años hacía. Lo curioso es que con este sistema solo puedo hacerlo por las mañanas, soy incapaz, o por lo menos no me acuerdo, de leer en la pantalla grande durante el resto del día, me canso; si estoy en el trabajo y veo algún artículo, también lo trato de leer a prisas y si es muy interesante lo imprimo en papel para intentar hacer una segunda lectura mas profunda en casa.
Recientemente me he sorprendio con otra forma de lectura: la pantalla pequeña. ¿A cual me refiero? Pues a la del móvil, pero curiosamente lo hago cuando mas cansado estoy, cuando estoy en la cama, con las luces apagadas y a punto de dormir me pego la pantalla a la nariz y leo pequeños artículos con mucho placer, mejor incluso que con las prisas de la mañana y por supuesto sin fuerzas ni ganas si estuviera ante la pantalla grande a esas horas. Tal vez influya que soy miope, y sin lentillas lo veo todo mejor a tres centímetros de distancia.