Existe en la zona norte de Sevilla, mas allá del Alamillo y poco antes de llegar a San Jerónimo, un barrio marginal que se llama La Bachillera. Se construyó por la Asociación Sevillana de la Caridad en los años 50 sobre unas huertas para dar alojo en alquiler a vecinos del centro y de Triana afectados por las inundaciones de 1948. (actualización: serán de propiedad)
Ayer, en mis rutas para trazar el mapa de Sevilla para OSM, cuando regresaba de San Jerónimo, me detuve para echar un vistazo a esas casitas de una o dos alturas que estaban a un lado de la carretera y a penas se ven.
y ... vaya sorpresa!!
Yo creía que las calles más estrechas de Sevilla se encuentran en el centro, pero me equivocaba, aquí lo son aún más, tanto que me tuve que bajar de la bici mas de una vez para poder pasar por ellas. Los niños juegan en las calles corriendo; las señoras sentadas en las hamacas hablan tranquilamente sin ruidos mientras toman el fresco de la tarde y me ven como un extraño al que saludan; las macetas decoran las paredes como los típicos pueblos de la Andalucía profunda y las calles son tan minúsculas que algunas son como auténticos patios particulares de pocos metros; algunas de estas calles han sido incluso tapiadas por los propios vecinos formando parte de sus propias viviendas. Rotuladas con nombres de árboles como Naranjo, Alcornoque, Chirimolla, hace que pasear por ellas sea todo un placer.
Gracias a que han sido declaradas en febrero zona de actuación preferente de infraviviendas he podido observar zonas peatonales y bien acondicionadas.
A pesar de que este barrio desde fuera parece un poblado de chavolas y que su situación, aislado entre una carretera de paso, una central de repetición electrica y el cemeterio no invita mucho a detenerse, os recomiendo que echéis un vistazo, os sorprenderá.
y ... vaya sorpresa!!
Yo creía que las calles más estrechas de Sevilla se encuentran en el centro, pero me equivocaba, aquí lo son aún más, tanto que me tuve que bajar de la bici mas de una vez para poder pasar por ellas. Los niños juegan en las calles corriendo; las señoras sentadas en las hamacas hablan tranquilamente sin ruidos mientras toman el fresco de la tarde y me ven como un extraño al que saludan; las macetas decoran las paredes como los típicos pueblos de la Andalucía profunda y las calles son tan minúsculas que algunas son como auténticos patios particulares de pocos metros; algunas de estas calles han sido incluso tapiadas por los propios vecinos formando parte de sus propias viviendas. Rotuladas con nombres de árboles como Naranjo, Alcornoque, Chirimolla, hace que pasear por ellas sea todo un placer.
Gracias a que han sido declaradas en febrero zona de actuación preferente de infraviviendas he podido observar zonas peatonales y bien acondicionadas.
A pesar de que este barrio desde fuera parece un poblado de chavolas y que su situación, aislado entre una carretera de paso, una central de repetición electrica y el cemeterio no invita mucho a detenerse, os recomiendo que echéis un vistazo, os sorprenderá.