No hace falta ser religioso, budista, místico ni ir a un retiro espiritual para meditar. Los tres objetivos de una vida consciente son: estar en el momento presente, observar sin enjuiciar ni reaccionar y no intentar atrapar lo que observamos ni alejarlo con aversión.
Tenemos el hábito de percibir y decidir inmediatamente si un sonido o un sabor o una emoción son buenos o malos. Si observamos con juicios, nuestra mente no deja de pensar, charlar y discutir consigo misma. Al juzgar nos basamos en unas experiencias pasadas que están condicionando y falseando nuestra percepción. La observación con conciencia plena tendría que ser como una mirada nueva, ingenua, sin juicios ni valoraciones. De este modo se logra que la mente vuelva rápida mente a silenciarse y a serenarse. No perder de vista el presente y saber que gran parte de la insatisfacción, tristeza y temores proviene de los pensamientos sobre el pasado y el futuro. Saber que la felicidad sólo puede lograrse en el momento presente.
Una vida consciente
De vez en cuando me paro en artículos que hablan sobre la felicidad. En Magazine del El Mundo hay esta semana uno que habla de la vida consciente. Hoy, me he parado, me he relajado y sin prisas, me he puesto a leer.
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