Hace una semana fuí, invitado por la asociación Guadalvivir a una excursión por el arboreto de Villar, una reserva de eucaliptus única en europa que tan solo está a pocos minutos de mi pueblo. Raquel Rico de Iniciativa Sevilla Abierta alguna vez me habló de él, y ese día también nos acompañó porque gracias a ella, que lo ha visitado innumerables veces nos hizo de guía, se dice que pide que cuando muera sus cenizas queden en ese lugar.
Disfruté mucho más conversando que paseando, con los árboles también me sorprendí y en una caminata de un par de horas o algo más me resultó agradable y el tiempo pasó volando.
Del grupo yo era el más joven, creo que todos ya estaban jubilados y eran mayores de 60 años, había psicólogos, ingenieros, profesores de universidad, las conversaciones que se mantenían eran de otro nivel, se hacía comparaciones con cuadros de pintores famosos, tonos moderados, risas y mucha complicidad entre todos.
Este tipo de actividades con desconocidos las estoy haciendo muy a menudo, el día anterior conocí Las minas de Río Tinto con Mariángeles y su prima Trini, y unas semanas antes estaba por la sierra de Sevilla con otra gente que en mi vída había visto haciendo senderismo por el embalse del Gergal. Pues eso, con todos estos desconocidos, quizás olvide sus nombres pero sus conversaciones me hacen crecer en opiniones, ampliar mi tolerancia a las diferencias, ver otros puntos de vista y hasta puedo tomar sus consejos y experiencias que me dan la vida en este tiempo que casi permanezco encerrado en casa con mis padres en mi pueblo.
Que siga así el año 2024.
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