Esta mañana he acabado la lectura de Elogio de la Duda de Victoria Camps y he pensado en voz alta: -"Eha, otro libro que me gustaría no olvidar las cosas que me han gustado de él, debería de copiar lo subrayado en mi diario"- y a la vez pensaba en tres o cuatro más que en estos dos últimos meses he leído y esperan la misma fortuna. Así que trataré que esta entrada los pueda resumir y así fijarlo, si puedo, un poco más tiempo en mi memoria.
Esta semana pasada se celebró el día de libro. A lo largo del país leía en las noticias de que en distintas bibliotecas celebraban actos para recordarlo. No hace ni una semana pasé por la biblioteca de mi pueblo, antes estaba en otro edificio, en la casa de la cultura, pero la trasladaron a otro lugar más apartado del centro, más tranquilo sin que, quizás por el ruido de los actos que se celebraban en el antiguo edificio pudiera molestar el silencio que debería de reinar en estos lugares. El caso es que cuando fui a entrar la puerta de cristal que separaba la sala principal estaba cerrada, comprobé que no me equivocaba en el horario y traté de ver si había algún llamador o timbre donde pudiera advertir a la bibliotecaria que veía a través vidrio me abriera, pero no lo había, solo un interruptor de la luz a mi espalda, al poco se dio cuenta y fue a abrirme. Era la misma bibliotecaria de hace 30 años, pero tal vez más seria de lo que la recordaba, quise romper un poco el hielo diciendo que hacía más de 20 años que no pisaba la biblioteca, pero no solo no me dijo nada, sino creo que ni me miró o me contestó palabra, simplemente me invitó a que me echara gel hidroacóholico y siguió con su videoconferencia de clase online, si, he dicho bien, mientras miraba los libros de las estanterías sonaba de fondo lo que parecía ser una conferenciante que iba hablando por el altavoz del ordenador. La verdad es que no me molestó ninguna de las tres cosas: Que la puerta estuviera cerrada con llave, (no tuve que esperar mucho); que ni me contestara o mirara cuando me dirija a ella, (no es su trabajo ser amable o contestar cosas que no están dentro de su contrato); o que el ruido que producía su ordenador se oyera en toda la sala porque estaba solo y me puedo concentrar fácilmente cuando leo o algo me gusta mucho. Quizás hubiera sido mejor que se hubiera puesto unos auriculares mientras para seguir con su curso, pero tampoco me puse a leer, no hacia falta. Simplemente me llamó la atención, no estoy juzgando ni criticando, aunque a alguien le pudiera parecer. Lo que cambian las cosas después de 30 años.
Pero bueno, que yo venia a hablar de los libros que he leído y no leeré.
Recuerdo hace eso, casi 30 años cuando abrieron la biblioteca de mi pueblo con muchos fondos donados del escritor local Odón Betanzos Palacios. Había muchos libros y yo tenía mucho tiempo, el problema de comprarlos por catálogo postal como hacia de joven o el dinero para poder hacerlo dejaron de ser un problema porque ahora los tenía gratis para sacarlos y leerlos en la cama de mi cuarto en esas largas tardes de verano a la hora de la siesta.
Cuando ya empecé a trabajar, también estaba compensado el esfuerzo económico de gastarme 20 ó 30 euros al mes par comprar un par de libros al mes que era mi ritmo de lectura; así poco a poco empecé a tener mi propia biblioteca en mi piso de Sevilla.
Y llegó Internet y el libro digital y lo cambió todo. El ejemplo es el libro del que empecé a hablar, fue fácil conseguirlo en internet, pero más curioso es que prácticamente la mitad de la bibliografía que se menciona y hace referencia la he podido encontrar para su descarga gratuita también sin mucha dificultad. Es un hecho que cada semana consigo engrosar mi biblioteca particular con más libros de los que pudiera en casi medio año.
El pasado mes (releo mi diario) finalizaba el libro Dar y recibir: Por qué ayudar a los demás conduce al éxito de Grant, Adam. Muy bueno, y por dejar una sola cosa que me gustaría recodar, sería el significado de "Pronoia" que es «la creencia ilusoria de que los demás conspiran por tu bienestar o dicen cosas buenas de ti a tus espaldas». Quizá la lectura de este libro hay sido el disparador para contribuir en los proyectos de Hacesfalta.org donde estoy, no solo trabajando desinteresadamente con mi granito de arena, sino que también me está dando la oportunidad de también de conocer personas muy interesantes y altruistas.
Con otro libro me volvía a encontrar con mi querido Epicuro, Muchas felicidades; pero con una sorpresa contrariada, ya que es un libro escrito por tres autores que hacen propuestas sobre lo para ellos es felicidad y, claro el filósofo griego anda por medio pero el Escritor pero mientras Fernando Savater y Carlos García Gual lo ponen como ejemplo, Javier Gomá Lanzón en cambio lo desvaloriza en incluso se atreve a decirle que lo que hizo Epicuro se podría llamar otra cosa pero no era filosofía. ¿Pero de qué vas tío? Me entran ganas de decirle a este señor.
Otro más El Milagro de Spinoza, pero este libro lo recomendaría para empezar a conocer su figura, qué decir de él, (del libro o del filósofo?) Mejor copiar y pegar uno de los textos:
Spinoza es genial, sin duda alguna, ya apenas logramos seguir su gran potencia intelectual, pero su abstracción únicamente tiene como objetivo proponer una sabiduría que no traza ninguna via imperativa y permite a cada uno encontrar el caminon de la alegría.
y claro, después de leer este libro me puse a seguir otros libros escritos de Frederic Lenoir para continuar con La Alegría otra maravilla. en este vídeo habla de su libro.
Abril ha sido un buen mes de lectura, he empezado otros que también me han gustado y otros que no nombraré porque no he entendido o me han aburrido las primeras páginas, de los primeros que tarde o temprano volveré están Breve tratado de historia de las Religiones (Frederic es una mina), La era de la humanidad, Vivir hoy o Errata de una vida. Tened paciencia, os volveré a coger donde os dejé y si no me acuerdo, empezaré por la primera página otra vez.
Han pasado 30 años y todo ha cambiado, vuelvo al principio; Quizás la bibliotecas también deberían de cambiar y en vez de ser un almacén de libros de papel que casi nadie lea se conviertan en espacios de encuentro, de intercambio de ideas, y por qué no, como hacia la bibliotecaria de mi pueblo un lugar donde se pueda aprender y hacer cursos como el que hacia ella pero con más gente, invitar a otros conferenciantes y podamos ir a aprender, no de manera virtual con sonido de altavoces y video sino presencialmente y todos podamos compartir nuestro conocimiento con otros.