Lo que voy a contar hoy puede suceder en una estación cualquiera. El caso es que hoy estaba esperando a que una amigo llegara y me dediqué a observar quienes pasaban a mi alrededor.
En otras ocasiones como ésta, en las que he sido yo el que he esperaba, me he dedicado a hacer cosas, leer por ejemplo, o contestar correo, mirar noticias, etc, pero hoy no, hoy no sé por qué me dediqué a mirar a la gente que estaba allí, los que venían, los que iban, los que esperaban o simplemente los que, como yo estaban de paso.
He visto muchos extranjeros, lógico, es una estación de autobuses de una gran capital y tiempo de vacaciones en una ciudad muy turística como Sevilla. Si tuviera que empezar a describir personajes empezaría por los locales como los propios trabajadores de lugar; observé como un hombre encargado de la limpieza hacía su trabajo a lo lejos en los servicios, normalmente siempre había visto mujeres haciendo este trabajo, no recuerdo cuando fue la última vez que veía a un hombre, cuando acabo y pasó por los pasillos cerca de mí, un señor mayor que estaba sentado cerca le preguntó qué hora era, diciendo que el no veía bien su reloj, le mostraba la muñeca y el chico le indicó que había un reloj muy grande colgado en la pared de la estación que podía mirar allí, a lo que el señor mayor le contestó que tampoco lo veía bien, no comprendía el joven como no podía verlo y le señalaba donde estaba el gran reloj de la estación..., al final ante la insistencia le dijo la hora que veía en éste y continuó su camino por los pasillos.
Otros trabajadores de seguridad andaban por allí cerca de mí y me dediqué a interpretar lo que uno de ellos le comentaba a una compañera de la estación; que había encontrado una revista olvidada, al parecer muy interesante por la portada, y que se la regalaba, (pude ver que se trataba del suplemento del periódico El País llamado RETINA, no pude apreciar lo que le dijo, si le dio las gracias o no, simplemente volteó las hojas y comentó algo para decir una gracia y continuó su camino. Pensé en ese momento las veces que había leído artículos de esa revista online, pero nunca la había visto en papel en mi vida, y me preguntaba como hubiera gustado leerlos ahí, la cantidad de hojas que tenía, su publicidad, etc.
Otros lugareños de la estación observé que eran también personas mayores, como gente que se sienta en una plaza y se dedica a observar, uno de ellos apenas tenia algún diente sano cuando le ví abrir la boca, no iba mal vestido, pero me preocupé un poco al pensar cual sería el monto de su pensión, escasa para no poderse poner una dentadura nueva, y, tal vez, por mi situación de autónomo errante que tengo ahora, me preguntaba si quizás algún día acabaría también así, con una pensión tan mínima que para ni ponerme unos dientes tendría dinero.
Siguiendo con los locales, y pensando ahora mientras escribo en si estoy haciendo bien o mal criticando sus comportamientos o formas de vestir, seguía fabulando con tipos que me hacen sonreir al verles con una camiseta que dice "Soy un SuperHéroe" y la verdad es que apenas tienen un solo músculo, es más, una prominente barriga y unas piernas que parecen palillos de dientes; creo que lo hacen a drede y vaya que si lo consiguen, ¡Ole tú que puedes reirte de tí mismo! Ojalá yo a tu edad hubiera tenido tanta confianza en mí mismo.
También estaban los jóvenes menos inseguros, aquellos que vienen acompañados de padre y madre que lo han criado en esa manera de ser y que quieren conocer en la estación quienes serán sus compañeros y compañeras de viaje, Padres sobreprotecionistas que que temen lo que les pudiera pasar. Se reconoce bien a un chico inseguro y más si es alto, algo encorbado, un poco avergonzado cuando presenta a sus amigos sin ser el que quiere ser ni por un segundo antes o quizás incluso de emprender el viaje con sus compañeros.
El resto de españoles, los voy a pasar por alto, porque todos tenemos uno en nuestras familias, así que continúo con los emigrantes.
Observé a un par de rumanos cargados de bultos cuadrados en gigantes sacos de poliester e imaginé lo que podían llevar dentro, por ejemplo imaginé que pudieran contener ser ropas usadas encontradas o cedidas por nosotros, los europeos", que depositamos en los contenedores y, como no tienen pinta de ser equipajes de mano, solo iban a dejar en los autobuses que van hacia su país. Y evectivamente lo pude confirmar minutos después al verles de regreso pasar por la sala de espera, quizás los envíe para la reventa en sus mercadillos locales. ¿Y porque pienso que son rumanos? No nos engañemos, o no pretendo engañarme en mis prejuicios, si alguien te dice "un tipo con pinta de rumano" ¿Que imagen se os viene a la cabeza? Pues eso, así eran... y además hablaban como hablan los rumanos y así zanjo la cuestión discriminatoria. ¿Vale?
¿A que si digo dos chicas escandinavas, nadie se altera tanto? Bueno, pues ya me entiendes, altas, rubias con ojos claros sentadas con los pies descalzos sobre sus maletas comiendo frutas, no tienen pérdida?
Y que pasa con las orientales, por qué esta mañana he visto varias jóvenes mujeres acompañadas de sus madres, ¿Es que existe alguna oferta en las agencia de viajes Chinas o Japonesas (aún no distingo bien las dos nacionalidades, perdón.) Me pareció curioso compararlas con las escandinavas, porque mietras aquellas comían "cosas sanas", las orientales comian bollería y galletas, y si las primeras iban informalmente vestidas, las orientales tenían prendas de diario y hasta se notaban que estaban pasando calor, mientras se quitaban el sudor con toallitas o se empolvaban la cara con maquillaje.
Ví también a subafricanos con cazadoras de cuero! a pesar del calor o algunos norteafricanos con ropas frescas y muy elegantemente vestidos, me entraron ganas de hasta buscar esas camisas que llevan blancas o con colores claros y en los plieges algunos adornos tejidos.
Familia Indú Padre con una antigua camiseta de la selección española y su hijo con la nueva camiseta de la selección de Brasil, en cambio madre e hijas, parece que el fútbol no les importaba mucho. (Ha que puntualizar que estos días se está celebrando el Mundial de fútbol en Rusia).
Y así pasé un buen rato observando a viajeros algunos que iban a la playa, otros turistas que buscaban el wifi gratuito de la sala y como estaba cerca de la oficina de información, y a la vez lo suficientemente lejos para no poder oir lo que preguntaban sin embargo sonreía por dentro a ver una señora española preguntar de todo en la cabina de información, mientras la cola se iba acumulando llenos de paciencia; trataba de fijarme en todo, desde los zapatos, algunos con unas plataformas que parecían flotadores, hasta como iba la gente peinada o tenían en la cabeza. Fue todo muy entretenido, practicaré este deporte más a menudo.