21 mayo 2009

Demasiadas esperanzas

Estos días he visto dos películas que hablan de esperanza, o por lo menos la fomentan. Una es "El Intercambio" donde una madre pierde a un hijo y tiene "la esperanza" de econtrarlo, para ella es ésa su única ilusión y a lo que dedica su vida; por otra parte también he visto la película "Camino" que sufre una grave enfermedad y su familia tiene "esperanza" en que se recupere. El cíne es una fábrica de ilusiones, de esperanzas, es nuestra via escapatoria del mundo real, pero me pregunto ¿Es bueno tener esperanza? Creo que no. Desde que leí el libro "La felicidad desesperadamente" algo cambió en mí y me hizo más feliz precísamente cuando dejé de tener esperanza. Porque esperar es no saber, no conocer, no poder. No me gusta tener esperanzas porque no quiero esperar; si quiero cambiar algo no me siento a "esperar" sino que trato de hacer cosas de actuar. Muchos judios en la alemania nazi confiaron y tuvieron esperanza de que su situación mejorara, y no solo fué peor sino que su pasividad hizo que muchos murieran asesinados como dóciles corderos.
No, no, NO a la esperanza. Hoy no quiero.

3 comments:

antonio gil dijo...

anotado..el libro..aunque ahora no estoy leyendo nada.. más adelante se leera..

JM dijo...

Bueno en cierto modo llevas razon, no creo que haya que sentarse a esperar nada. Si quieres algo ve a por el... Un besote tio

Virto dijo...

Así que el famoso refrán que dicta que la esperanza es lo último que se pierde no sería más que una forma de mantener el estado de las cosas.
Entiendo tu razonamiento. Añado algo en contra. Hay personas que necesitan creer en algo para ser capaces de encontrar la fuerza activa que les permita alcanzarlo. En ese caso la fe y la esperanza no serían más que el principio del camino.
El problema viene, como tu dices, cuando dejamos todo a la esperanza como si por sí misma pudiera obrar el milagro.

Besos